Hoy sentado, digo, tumbado en un banco del centro de esta cuidad conocí a un perro vagabundo. Era extremadamente pobre y de su pelaje solo se desprendían los resquicios de una lejana y mal llevada vida. Me miro de soslayo y dijo: ¿Como estás?
No le respondí. Quizás sentí miedo al comprender su extraño idioma, pero, sentí que lo conocía y lo comprendía a la perfección.
_ Hola me repitió en un ladrido.
Seguí sin responder.
_ Hola humano, ¿Porque estas mirando a la muchedumbre sin hacer nada para detenerlos?
¿No se? Le respondí. Me son extraños, al igual que tú. No quiero saber nada de ellos, siquiera me interesa mirar más allá de su escuálida imaginación.
_ ¡Estas perdido! me ladro. Buscas en sus mentes lo que jamás has encontrado en tu corazón.
No pude responder. Sus palabras eran demasiado atinadas y coherentes para pertenecer a un canino. Me asombro su grandilocuencia, al extremo de pensar que ese animal fuese una especie de Mesías. No puedo responderte le dije. Solamente calla y acepta mis manos.
_ No voy a callar. Quiero descubrir en ustedes lo que nos diferencia, las razones de vuestra grandeza, las conclusiones doctas de un indocto como tú, etcétera. En si, quiero saber el porqué de todos vuestros atropellos. En fin ¿me puedes ayudar?
Como responderte, como puedo hacerte ver o demostrarte algo que siquiera yo sé. Quizás todo esté en las sagradas escrituras. En ellas se demuestra magistralmente que la raza humana es la superior ante las bestias. Creados a imagen y semejanza de un Dios benévolo y misericordioso, por lo cual y aplicando la antilógica somos dioses, pero objetivamente no sabría distinguir si somos tan dioses o demonios, tan grandiosos o vulnerables o cual es más animal entre las bestias humanas. Ustedes son en extremo nobles, leales y por sobretodo libre de todo prejuicio, sin embargo no tienen la habilidad de construir maquinas o herramientas que faciliten vuestra subsistencia. ¡Esa es la diferencia! Ustedes existen y subsisten, nosotros existimos, subsistimos y a la vez destruimos. Somos capases de fabricar naves que nos llevan a la luna, maquinas que construyen otras maquinas, pero nuestra mayor producción es la destrucción, la desolación y una próxima extinción.
_ Es muy desalentadora tu opinión, sin embargo creo que has omitido bastante. Siempre me han fascinado los hombres, poseen una riqueza cultural inigualable y una capacidad mental abrumadora en estado de constante de crecimiento.
¡No! Le grite. ¡Somos unas ratas, unas bacterias que llegan a un lugar, se aprovechan de los recursos naturales, los agotan, buscan otro sitio y siguen desbastando!
_ ¿Y tú? ¿Te consideras uno mas?
¡Claro que si! Sin lugar a dudas soy uno de ellos, pero estoy en proceso de reforma y emancipación ideológica.
_ ¿A que te refieres con eso?
No lo sé, pero suena bonito.
Después de un largo tiempo en silencio se despidió con una reverencia y desde unos cuantos metros de distancia escuche su voz. Me decía: No bebas tanto amigo.
Lo pensare...