Aun el te estaba caliente, tibio para ser precisos. Dio un largo trago a mirando hacia una pequeña ventana de su cocina. La gente caminaba rápido, de seguro se dirigen hacia sus trabajos. Más te.
Se pació un momento por su departamento, se sobo el estomago, bostezó y volvió a su cama a dormir.
Cerca del medio día se despertó y abrió las cortinas. El sol entro a raudales por una ventanilla aun más pequeña que la anterior. La primavera estaba aguantando los días y las horas para evolucionar en su tan ansiado verano. Agosto ya es cosa del pasado, incluso extraña el molesto ruido de los gatos en el techo, sin embargo aun queda un poco mas de la odiosa estación de las flores germinantes. Se saco el calzoncillo del culo y piensa en la razón del aumento de los suicidios en esta etapa del año. Desecha la idea de seguir escatimando en ello. La sombra del suicidio a desaparecido (por el momento). Algunos días siente un pequeño chispazo, una terrible alucinación asalta sus ojos, un somero vistazo de la horrible careta que se nos oculta en el sermón dominguero. Aquella realidad que tan solo es un guarismo en las encuestas y que no representa la cantidad de dilemas individuales. Las matemáticas son perfectas y a la vez frías e inexpugnables... ¡Hoy no! ¡No siente ganas de recriminarse errores o descalificarse por lo estúpido que es!
Se rasca un testículo; camina directo al refrigerador. Saca dos huevos y jamón.